Demon-cracia

Después de escribir unos cuantos post, o como se diga, sobre la clase de idiotas e ineptos que pueblan este país, vienen unas elecciones autonómicas, concretamente las gallegas, para corroborar esto que digo con absoluta fidelidad.
A riesgo de ponerme pesado, cosa que no me importa porque la realidad es pesada y repetitiva hasta la saciedad, me reitero en mi convencimiento de que este país está en la miseria y lo estará aún más por culpa de la gran población de individuos sin cerebro que habitan en él.

La cosa es sencilla, después de exterminar a la clase media, de multiplicar salvajemente el número de pobres, de acabar con lo único bueno que tenía este putrefacto estado, esto es, la sanidad, de machacar la educación pública, de reducir la investigación a algo irrisorio, de planear suprimir derechos fundamentales como el de manifestación, el partido que ha perpetrado todos estos crímenes ha conseguido una holgada mayoría absoluta en los últimos comicios en Galicia. Hay que joderse. Y el resultado lo que va a hacer es alentar y espolear las políticas más aniquiladoras que hemos sufrido jamás (el robot Cospedal ya lo ha dicho, que esto es un apoyo a sus programas).

Porque se supone -solo se supone- que la democracia es el «poder del pueblo», pero si el pueblo resulta ser retrasado e incapaz de discernir lo pernicioso para su conjunto -al menos el que vota, evidentemente no todos los gallegos son tontos-, lo que se instaura en el país es un régimen encabezado por descerebrados porque son elegidos por gente sin cerebro y por supuesto sin criterio. Y no es cuestión de respetar el voto de «la mayoría», hay decisiones tan perjudiciales que el respeto se diluye entre la estupefacción reinante. Ese es el gran problema de la democracia, que el voto del más imbécil también cuenta.
Por todos es sabida la inamovilidad electoral de la derecha, pero llegar a mantener una fidelidad a un partido a todas luces inútil, vesánico, y que ha llegado incluso a perpetrar una segregación racial, es absolutamente incomprensible.

Ahí tenemos el PSOE, justamente castigado por la mierda de políticas que llevan haciendo durante años, un partido ya para el arrastre, sin rumbo ni capacidad de liderazgo. Su debacle es más que merecida porque es un partido ya inútil y deslabazado, que parece un vestigio de otro tiempo. O sea, que sus votantes son justos y con un mínimo de criterio para no votar a una agrupación política a todas luces perdida.
Pero, ¿y el Partido Popular? ¿Cómo es posible que la tributación, pleitesía y fidelidad a un partido traspase los límites de la razón? Este resultado en Galicia va a acentuar los lacerantes recortes y supresión de derechos que estamos sufriendo una parte -solo una parte- de la población. Han arengado, por necedad, por estupidez o por ceguera, a estos peligrosos fanáticos a ahondar en la miseria de un pueblo ya malherido, .

Y como estamos gobernados por demonios, porque el poder que se supone del pueblo está en manos de esos demonios, la débil democracia que nos amparaba (es un decir) se ha convertido en una demon-cracia, aún más acusada gracias a su último éxito electoral, fruto de provectos ideales partidistas que están cosiguiendo dejar a todo un pueblo en los huesos, unos huesos que pronto la carroña política no podrá devorar porque no quedará nada; estaría bien verlos comerse los unos a los otros…